he oído tu llamado, sin ser mensaje... inspiración consciente, aliento de antaño; Pensarte latido eterno. Sentirte esencia invisible, sutil movimiento infinito...vibración pura, fluye espontáneamente fuerza presente
susurro en la noche, continuo silencio, grito en la madrugada, principio del fin... "alba"... pensamiento: "Todo lo creíble es una imagen de la verdad"
- Lo había olvidado, no hay ser...
- Solo duerme, solo observa tu interior... ¿ha cambiado?
- No soy yo... pensamiento: no dejaran de ser hipócritas!
Trató de tener los ojos abiertos, pero lo quebrantó el sueño. Cayó hasta el fondo de una substancia sin tiempo y sin espacio, donde las palabras de su mujer tenían un significado diferente. Pero un ‘instante después se sintió sacudido por el hombro. -Contéstame. El coronel no supo si había oído esa palabra antes o después del sueño. Estaba amaneciendo. La ventana se recortaba en la claridad verde del domingo. Pensó que tenía fiebre. Le ardían los ojos y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la lucidez. -Qué se puede hacer si no se puede vender nada -repitió la mujer. -Entonces ya será veinte de enero -dijo el coronel, perfectamente consciente-. El veinte por ciento lo pagan esa misma tarde. -Si el gallo gana -dijo la mujer-. Pero si pierde. No se te ha ocurrido que el gallo pueda perder. -Es un gallo que no puede perder. -Pero suponte que pierda. -Todavía faltan cuarenta y cinco días para empezar a pensar en eso -dijo el coronel. La mujer se desesperó. «Y mientras tanto qué comemos», preguntó, y agarró al coronel por el cuello de franela. Lo sacudió con energía. -Dime, qué comemos. El coronel necesitó setenta y cinco años -los setenta y cinco años de su vida, minuto a minuto- para llegar a ese instante. Se sintió puro, explícito, invencible, en el momento de responder: -Mierda.
El Coronel no tiene quien le escriba (Gabriel García Márquez)